18 mar 2014

Las nubes sobre ella

Podía ver las nubes a pocos metros sobre ella,  distinguir sus formas y como se movían. Lo hacían lentamente, teniendo tiempo de sobra para imaginar cada una de las figuras. En una vio un pájaro, en otra vislumbró una flor. Mirar las nubes la relajaba y la permitía evadirse de los problemas en su casa. Pero sabía que ahí estaban, y que volvería a ellos cuando regresase a su hogar, si es que así podía llamarlo. Si tan sólo pudiese hacer eterno aquel momento y paz y sosiego, sería tan feliz… Pero no podía, el tiempo pasaba y llegaba el momento de regresar a su casa.


Regresaba a su casa caminando y cavilando en lo maravilloso que sería todo si no existiesen sus problemas. Caminaba como una autómata ensimismada en sus pensamientos. Miraba sin observar y avanzaba sin ganas. Cuando fue a cruzar la carretera por el paso de cebra, miró una única vez. Venía un coche, pero tenía suficiente para pasar sin peligro, o eso calculó con aquel único vistazo. Y fue así con el coche que vio, pero con el del otro lado, la cosa fue muy diferente. Faltó muy poco para que en aquel momento sus problemas se hubiesen desvanecido. El conductor del camión había desviado su mirada el tiempo suficiente para no ver a la viandante que se encontraba en su camino. Mas por suerte para ella, bastó un grito para despertarla y hacer que se parase antes de que el camión se la llevase por delante. Se quedó detenida en el paso de cebra, con el pulso acelerado y el coche que había parado esperando. Miró, atrás y vio a quien le había gritado. Era un hombre mayor al que había visto alguna que otra vez paseando por la zona. 

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