¡Hola! No sé si os fijasteis que este jueves no ha habido relato. La verdad es que por poco no lo hay en toda la semana. He tenido una semana un tanto ajetreada, y se me olvidó. Por suerte esta semana toca entregar el ejercicio de Adictos a la Escritura. El ejercicio consiste en seleccionar un personaje de entre tres que ofrecen, y escribir una historia en la que aparezca como protagonista.
Los tres personajes han sido:
-Ramón: un tanatopractor a punto de jubilarse.
-Isabel: una adolescente en su primer día de instituto.
-Gálivich: un troll que vive debajo de un puente.
No iba a participar, más que nada porque no me daba tiempo. Ayer sin embargo se me ocurrió una historia. Como sabéis, me gusta complicarme la vida muchas veces, y esta ocasión no iba a ser menos. En vez de tomar a un único personaje, decidí tomar a los tres y crear una historia en la que apareciesen. Esta mañana en el trabajo he estado pensando en la trama, y ya la tengo medio ideada. Pero como no me iba a caber en dos páginas, voy a escribir el relato por entregas. De momento, ésta será la primera entrega y la siguiente semana imagino que colgaré la segunda parte. La de hoy es algo cortita porque no tengo mucho tiempo (esta vez ni siquiera he podido revisarlo, así que habrá erratas). Iba a escribir para hoy lo que sería la segunda parte, pero he querido hacer una introducción de la amistad entre Gálivich e Isabel, así que he ideado este relato corto. Espero que os guste, y la semana que viene habrá más.
El regalo de Gálivich
Gálivich era un troll que había
cruzado el portal por error hace unos meses. Acabó en otro mundo diferente al
suyo original. Cuando apareció, pequeñas criaturillas chillonas corrieron
huyendo de él. Al verlas, pensó que se trataban de infantes de alguna especie
de su mundo natal. Pero no tardó mucho en descubrir que no era así. Al ver que
todos gritaban y escapaban de él, fue a esconderse a alguna cueva. Mas en esa
tierra, no había ninguna, así que acabó viviendo bajo un puente abandonado.
Allí conoció a Isabel, una chica humana de no más de trece años. Supo que lo
que llevaba consigo en las manos cuando la conoció era una flauta. Con ella
había producido aquella melodía que le cautivó. Isabel no era como el resto de
su especie, por lo visto, los demás podían ver, pero ella no. Quizá, ése fue el
motivo por el que no huyó cuando se percató de su presencia. Él era tan
diferente a esos seres de ese mundo nuevo donde estaba… Pero también era
diferente a los duendes, a los grifos, a los unicornios, y a otras muchas
criaturas, y pocas en su mundo salían corriendo y gritando al verle. Isabel iba
acompañada de Rober, una criatura de otra especie que ayudaba a la chica a
desenvolverse por ese extraño mundo.