26 abr 2014

El regalo de Gálivich

¡Hola! No sé si os fijasteis que este jueves no ha habido relato. La verdad es que por poco no lo hay en toda la semana. He tenido una semana un tanto ajetreada, y se me olvidó. Por suerte esta semana toca entregar el ejercicio de Adictos a la Escritura. El ejercicio consiste en seleccionar un personaje de entre tres que ofrecen, y escribir una historia en la que aparezca como protagonista.
Los tres personajes han sido:
 
-Ramón: un tanatopractor a punto de jubilarse.
-Isabel: una adolescente en su primer día de instituto.
-Gálivich: un troll que vive debajo de un puente.
No iba a participar, más que nada porque no me daba tiempo. Ayer sin embargo se me ocurrió una historia. Como sabéis, me gusta complicarme la vida muchas veces, y esta ocasión no iba a ser menos. En vez de tomar a un único personaje, decidí tomar a los tres y crear una historia en la que apareciesen. Esta mañana en el trabajo he estado pensando en la trama, y ya la tengo medio ideada. Pero como no me iba a caber en dos páginas, voy a escribir el relato por entregas. De momento, ésta será la primera entrega y la siguiente semana imagino que colgaré la segunda parte. La de hoy es algo cortita porque no tengo mucho tiempo (esta vez ni siquiera he podido revisarlo, así que habrá erratas). Iba a escribir para hoy lo que sería la segunda parte, pero he querido hacer una introducción de la amistad entre Gálivich e Isabel, así que he ideado este relato corto. Espero que os guste, y la semana que viene habrá más.

 
 
El regalo de Gálivich
 
Gálivich era un troll que había cruzado el portal por error hace unos meses. Acabó en otro mundo diferente al suyo original. Cuando apareció, pequeñas criaturillas chillonas corrieron huyendo de él. Al verlas, pensó que se trataban de infantes de alguna especie de su mundo natal. Pero no tardó mucho en descubrir que no era así. Al ver que todos gritaban y escapaban de él, fue a esconderse a alguna cueva. Mas en esa tierra, no había ninguna, así que acabó viviendo bajo un puente abandonado. Allí conoció a Isabel, una chica humana de no más de trece años. Supo que lo que llevaba consigo en las manos cuando la conoció era una flauta. Con ella había producido aquella melodía que le cautivó. Isabel no era como el resto de su especie, por lo visto, los demás podían ver, pero ella no. Quizá, ése fue el motivo por el que no huyó cuando se percató de su presencia. Él era tan diferente a esos seres de ese mundo nuevo donde estaba… Pero también era diferente a los duendes, a los grifos, a los unicornios, y a otras muchas criaturas, y pocas en su mundo salían corriendo y gritando al verle. Isabel iba acompañada de Rober, una criatura de otra especie que ayudaba a la chica a desenvolverse por ese extraño mundo. 



Se conocieron un día soleado, Isabel había ido a tocar la flauta al puente abandonado, Gálivich se había despertado al escuchar el sonido. Se acercó lentamente, el primero en darse cuenta de su presencia fue Rober, quien avisó ladrando a su dueña. Gálivich paró en seco al escucharlo y quiso irse, pero Isabel le habló. Él no entendía sus palabras, así que calló y permaneció quieto, con la mirada clavada en el perro. Isabel comenzó a tocar de nuevo ante el silencio de su compañero. No tuvo miedo de él, en ningún momento. Cuando terminó se despidió y se fue andando, sin correr ni chillar, de manera calmada. Gálivich la observó marcharse y luego regresó a su hogar bajo el puente.

Volvieron a verse dos días después, y a partir de ahí muchos otros días más. El troll acompañaba la melodía de Isabel con palos y piedras, y sin decirse ninguna palabra, se volvieron amigos. Entonces Gálivich hizo un regalo a la muchacha, un regalo que nadie más podría haberla dado en aquel mundo. La entregó la oportunidad de poder ver. Colocó sus manos sobre sus ojos y dejó actuar a su magia. Isabel no se esperaba recibir aquel regalo de su reciente amigo, simplemente se dejó llevar porque algo en su interior la hacía confiar en el vagabundo del puente.
 
Gracias a ese obsequio, pudo ver el rostro de Gálivich. No le pareció algo feo, le pareció de alguna manera hermoso. Era la primera vez que veía una cara en su vida, ¿cómo podría haberla considerado fea?
 
 
Posdata: Podéis leer la continuación aquí: Gálivich, el troll
 

8 comentarios:

  1. Me parece buena idea la de hacer unir a varios personajes. Pero, fijate que los dos hemos puesto a Isabel ciega. Bonita coincidencias y ademas sin conocernos. Tengo ganas de que termines las otras partes del relato pues me has dejado a medias. Lo que has escrito me gusta y lo desarrollas bien. Un abrazo.

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  2. ¡Hola Antonio! Ha sido una elección muy interesante, y lo que va del relato es genial, espero con gusto las siguientes partes, ¡Que hermoso regalo le dio Gálivich a Isabel!
    También me ha parecido curioso que ella no pudiera ver, igual que el relato de Jldurán, lo que son las coincidencias. ¡Genial relato! ¡Un abrazo!

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  3. ¡Qué historia tan bonita! Me ha dejado con un muy buen sabor de boca.

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  4. Gracias a los tres por vuestros comentarios. Ya he subido la segunda parte del relato por si queréis leerla, se titula: Galivich, el troll.

    http://www.antoniovladimir.blogspot.com/2014/05/galivich-el-troll.html

    Un beso y un abrazo.
    Antonio V. García.

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  5. Increíblemente tierno.
    Realmente muy bonito, me gustó mucho.

    Besito

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  6. Hola Antonio. Bueno me he quedado sin palabras, completamente sorprendida. Había visto tus comentarios en mi blog pero ultimamente he ido muy ocupada y no he podido visitar y ni corregir mis relatos antes de subirlos. Es un relato exquisito, si te soy sincera de primeras también había pensado utilizar los tres personajes pero no sabía como unirlos y Ramón me tiraba mucho para el lado en el que lo terminé desarrollando. Tiene una trama magnífica y el final me ha puesto los vellos de punta. Esa amistad que tiene Isabel y Gálivich... Que se crea algo, lazos, a partir de gestos sencillos, de la mera compañía. "Era la primera vez que veía una cara en su vida, ¿cómo podría haberla considerado fea?"

    Mucho gusto leerte.

    Alejandra Meza

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  7. Ayer iba a meterme y devolveros el comentario, pero se me cerró la página y me dio pereza luego reescribirlo. Mejor porque así puedo poner una cosa que he visto hoy.

    En primer lugar y respetando el orden de comentarios no respondidos: Gracias Meli, me alegro que te haya gustado.

    En segundo lugar, me ha parecido curioso ver este artículo http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2014-02-21/la-amistad-entre-un-empleado-de-limpieza-y-un-nino-autista-que-enternece-a-la-red_92109/ . Por la manera en que lo escriben, me ha recordado a tu comentario y en cómo dices lo de la amistad de Gálivich e Isabel. Es algo bastante similar a como lo presentan en el artículo (un conductor del camión de basuras y un niño autista que se queda esperándole). También acaba con un regalo y me parece un poco como si hubiese visto el vídeo de antes y hubiese extrapolado los elementos del vídeo a mi historia, aunque no ha sido así. La verdad es que me alegro por haber visto el vídeo, no ya por el propio vídeo y lo que transmite (que también), si no porque he visto reflejada mi historia ahí. Quizá le he echado demasiada imaginación para ver el reflejo, y posiblemente mañana si leo esto diga: "Pues tampoco es tan parecida". Pero ahora mismo es lo que me parece. Así que nada, si tenéis un par de minuto os aconsejo que paséis por el enlace.

    Y por supuesto, gracias por tu comentario Alejandra. Me alegro que te haya gustado el final, la verdad es que ese final salió solo, no tuve ni que pensarlo, estaba escribiendo y surgió del tirón, así que dije: "Hasta aquí", y decidí terminar en ese punto y retomarlo en la siguiente ocasión.

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  8. Que tal?

    Muy buena idea de presentar todas las propuestas en un solo relato. Te felicito...

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