Iba corriendo a toda prisa porque llegaba tarde al
examen. Más que pasos, daba zancadas. Conocía bien la zona, y se internaba en
cada callejuela que le permitía acortar algo la distancia. Y según salía de una
de esas calles, estrechas, se chocó con ella, que también corría pero en
sentido contrario. No fue un choque demasiado fuerte, ninguno se cayó. Se trató
de un golpe de hombros en pleno giro para adentrarse en la callejuela. Tardó un
momento en darse cuenta que creía conocer a la chica con la que se había
chocado y se detuvo para cerciorarse. Pero cuando se giró para verla, ella ya
no estaba ahí. Se había marchado corriendo, del mismo modo como se habían
encontrado. Él reemprendió su marcha para no llegar tarde. Consiguió llegar a
tiempo, sin aliento pero a tiempo. Como le sobraron un par de minutos, tomó un
poco de agua antes de entrar en la sala donde iba a realizar la prueba.
Cuando le entregaron el examen, se puso a leer las
preguntas. Al momento de responderlas, no pudo evitar que el recuerdo de ella
se pasase por su cabeza. Hacía años que no veía a su vieja amiga, y hoy que la
veía, no había podido saludarla. Pensó en ella alguna que otra vez más entre
pregunta y pregunta de examen. Se prometió que intentaría encontrarla cuando
terminase el examen para así poder concentrarse. Y con aquella promesa a sí
mismo, finalizó la prueba lo mejor que pudo.
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